domingo, 9 de septiembre de 2007

La gran liberación

Y fue así, al fin logré asesinarte. No sé si ante la ley caiga culpable, o mi habilidad me declare inocente ante un juez; pero de lo que sí puedo estar seguro es que mi alma descansará.

Es que ya me había cansado de tu femenina presencia; pues siempre ante los demás, eras tú la mujer que sobresalía, mientras yo me quedaba de brazos cruzados viendo cómo todos apoyaban tus ideas.
¿Sabes qué era lo que me hacía enfurecer? Que tus ideas no eran tan buenas como las mías, más sin embargo la gente creía en ti. Yo tenía mucho que darles a las personas, pero eras tú quien opacaba mis ideas.

¡Qué lástima me das! Mírate ahora, sin vida, sin aliento; tus ojos son dos ventanas negras que se han quedado estáticas y sin reflejo. ¿Logras comprender la realidad? yo soy superior a ti, pues además de estar, yo, aún con vida, pude decidir sobre tu existencia. Jugué por un momento a ser Dios ¡y vaya que lo he logrado!

Te contaré mi querida víctima, cómo cometí mi magna obra.
Nos encontrábamos en la habitación -que tú ya conoces- y estábamos platicando sobre nuestras ideas y del modo de ver a la sociedad. Poco a poco comencé a enfurecerme, pues no podía comprender cómo tus ideas eran de la "A" a la "Z" idénticas a las mías. Mientras más exponías, más me enfurecía, pero la careta que todos los seres humanos usamos ante la gente, sonreía plenamente, como si disfrutara escuchar tus palabras. ¡Qué tonta fuiste al pensar que era feliz con tan sólo escuchar tu voz!

Escuchando y dándome cuenta de la semejanza entre tú yo, nació un amor, profundo como el mar, porque en realidad había encontrado a la mujer de mis sueños. Infiero que tú también te enamoraste por un momento de mí, pues puedo imaginar que te enloquecía con tan sólo asentir afirmativamente. Y fue que me dije a mí mismo: "¡Basta!" y no permití que un sentimiento primitivo, mundano y estúpido, mandara sobre mí; así es que decidí fingir por un momento para que me dieras tu confianza y tu ingenuidad de mujer.

Continuabas platicando y no dudé en robarte un beso, te estremeciste -lo sé- y me dijiste en un tono dulce e inocente: "¿Por qué hiciste eso?". "Es que yo... ¡Te amo!" -lo dije con voz dominante- y volví a besarte suavemente.

Parecías, mi querida víctima, una diosa del amor; pues tus besos eran dosis de éxtasis a mi cuerpo y cada vez comenzaba a sentir ese calor que no puede detenerse. Eras en ese momento una Medusa, pues tu lengua envenenaba mi alma con ese veneno que tú sólo tenías. Yo tan sólo era un Perseo.
¡Mejor analogía no pude haber hecho! Era un Perseo, pues esperaba el momento indicado para terminar con tu molesta existencia. Tan sólo faltaba un poco de confianza y voluntad para ser tu salvador.

No te asustes mi amor, en efecto, soy tu salvador. Tu salvador de esta vida llena de injusticias que tarde o temprano te atacarían. ¿Ves la verdad? Hombres injustos que me acusan en este momento ¿ven la verdad? No soy un criminal, soy un salvador enviado por los cielos para ayudar a una pobre alma a liberarse de las cadenas de la vida.

Pero quiero seguir relatándote cómo sucedió todo. Después de esos dulces y peligrosos besos comenzamos a despojarnos de nuestras pertenencias que a causa de Adán y Eva estamos condenados a portar siempre.
Te veías tan indefensa, tan vulnerable, tan misteriosa, tan peligrosa y excitante a la vez, que me sentía más atraído hacia ti.

Con mis manos comencé a recorrer tu piel. Veía cómo tus pupilas se dilataban dejando libres tus sentimientos que ya no podías detener más. Tus labios temblaban poco a poco y apenas si lograba escuchar una voz ahogada. Mientras recorría tu piel con mis manos, tus poros expresaban lo que tú nunca podrías hacer en un siglo; pues claramente podía escuchar tus latidos, que más que latidos parecían sonidos parecidos al de una fiesta mohicana. Podía escucharse claramente cómo viajaba tu roja sangre a través de tus venas; créeme que más fuerte se escuchaba con cada beso que te daba.

Ahora puedo confesarte, amor, que ni siquiera sentí una chispa de pasión dentro de mí, pues te puedo asegurar que mi corazón estaba frío, inmóvil y sórdido. Mi sangre no era nada más que agua y que mis besos eran simplemente un roce de nuestros labios.

Disculpa, mi vida, por ser tan frío e insensible, pero no me gusta mentir. Pero a pesar de mi frialdad, tengo que admitir que eres tú mi obra de arte, pues ni Miguel Ángel habría hecho tan perfecta escultura de una muerte trágica y amorosa.

¿Recuerdas cómo ocurrió el asesinato? o mejor dicho ¿recuerdas cómo fue tu liberación? ¿Por qué no contestas? ¿Acaso no lo recuerdas? Pues quieras o no te lo contaré. Después de aquél rito de amor, te tomé de los hombros y poco a poco fui recorriendo mis manos hasta llegar a tu cuello. Comencé a cantarte una canción muy hermosa y comenzaste a cerrar tus ojos suavemente -quiero pensar que los cerraste para disfrutar de la melodía- Comencé a ejercer presión sobre tu suave y blanco cuello. No hablaste, ni abriste los ojos y de un momento a otro tus ojos se abrieron rápidamente y fijaste tu mirada en la mía; tu mirada comenzó a cristalizarse y perdía ese color tan vivo que sólo tú tenías.

Conforme presionaba tu cuello, más elevaba mi canto, pues debo admitir que una palabra de clemencia por parte tuya hubiera arruinado mi magna obra.

Poco a poco fuiste perdiendo tu fuerza y comenzabas a desfallecer. Como último movimiento presioné fuertemente tu cuello y tan sólo diste un suspiro.
Es impresionante y conmovedor ver cómo en un segundo puedes librarte de una persona y librar al mismo tiempo a esa persona de la injusticia.

Ahora, mi querido amor, yaces sobre el sillón tan libre e insignificante que me daría gusto volverte a la vida, más sin embargo, jugué a ser Dios pero no lo soy. Por ahora no me queda más que decirte "Adiós".

Hasta pronto mi querida Víctima.
Yo esperaré el castigo de los Hombres, pero sé que yo mismo me liberaré de la injusticia, más tarde.

Hasta pronto...

César Iván Hernández Vega
15 - Agosto - 07
5:00 p.m.

2 comentarios:

Inanna de la Garza* dijo...

Me gustó... Podría decir que mucho, es un relato bastante bueno, algo machista pero bien... Me agrada la manera que tienes de usar tus musas y después dejarlas volar ante tus ojos... Espero seguir leyendo éste tipo de cosas.

Inanna*

ADRIANRA dijo...

ESTOY IMPRESIONADA, ERES MUY CREATIVO, TALENTOSO E INTELIGENTE, MES HAS TRANMITIDO EMOCIONES CON ESE ESCRITO, ERES GENIAL!!!